lunes, 25 de abril de 2016

MI BUENA SUERTE

Todo empezó como las grandes historias, por casualidad. Aunque esta, simplemente, sea una historia más, sobre una práctica educativa en un aula.

30 de septiembre de 2014. 19:00h. Todavía no ha finalizado la jornada laboral. No para los maestros que hoy recibimos a nuestras familias en las aulas para presentarnos y dar a conocer las particularidades del nuevo curso.

Este año es especial, se nota en el ambiente. No hay quejas. Las familias asienten con la cabeza a toda la información genérica que se les va dando (se la saben de memoria año tras año), y parecen asombrados con la nueva información, la relacionada a mis métodos de enseñanza.

Hasta que llegamos al turno de las preguntas, todo discurre con normalidad y, parece, que no llegaré muy tarde a casa. Se hacen las 20:00h. Después de 8 cursos en el mismo centro, y de haberlo pasado realmente mal en alguna que otra reunión, puedo contestar con cierta soltura a la mayoría de dudas que tienen los padres y madres de mis alumnos de 5ºEP.

Pero la pregunta de Eva, es de las buenas, y no la hace con la intención de pillarme:

- ¿Cómo vas a fomentar la lectura en nuestro hijos?
- Yo no voy a fomentar la lectura en ellos. Creo que ellos, con 10 años, ya deben de tener unos hábitos básicos adquiridos. Si con 10 años no son buenos lectores o no aman la lectura, en 10 meses que dura el curso, poco puedo hacer yo...
- No estoy de acuerdo. Creo que tú eres fundamental en el fomento de la lectura.
- ¿Tu hija te ve leer?
- No.
- Pero, ¿tú lees?
- Sí, claro que leo. Me encanta leer.
- El mejor ejemplo para tu hija eres tú. Si tu hija te ve leer, leerá. Y yo podré potenciar desde el aula el buen ejemplo sembrado en casa.
- Entiendo.

Natalia es una gran lectora. Para su edad, su velocidad lectora es superior a la media. Estaba en nuestro colegio hasta 2º curso de primaria pero, por motivos laborales, ella y su familia tuvieron que mudarse de ciudad y colegio y tuvo, la gran suerte, de acabar en un colegio americano que tenía un proyecto de lectura bestial. Allí es donde "fomentaron la lectura" a Natalia y, por ese motivo, su madre me hacía partícipe a mí de continuar en esa buena línea de trabajo a su vuelta a nuestro colegio.

Para aquellos a los que les interese, hago un paréntesis, la lectura era el eje vertebral de todo el proyecto. Los niños leían a todas horas, todo tipo de libros. Tenían una asignatura que era de lectura. Leían individualmente, en parejas, en grupo... ¡Un paraíso!

Siempre comenzaban un libro con un "warm up" que consistía en mirar y examinar la portada y la contraportada. Se hacían preguntas sobre cómo iba a ser el libro, la trama, los personajes... Luego lo abrían, pero no para leerlo, para contemplar los dibujos. Elegían los que más les gustaban. En base a esas imágenes, intentaban construir la historia. A veces cambiaba la opinión que se habían creado en el "warm up". Debatían sobre ello en grupos reducidos. A partir de ahí, comenzaban a leer. No leían para hacer un resumen del libro ni para contestar a unas preguntas al final del mismo. Leían por gusto.

Yo tengo un problema con la lectura, y soy maestro. No me gusta que me la impongan. En realidad tengo un problema con todo aquello que me imponen. De mi etapa como estudiante, recuerdo con mucho cariño, dos libros de una trilogía que me leí de Heinz Delam; Likundú y La selva prohibida. Quizás fueran dos libros normales. Quizás, si los leyera ahora, no me gustarían tanto. Quizás a un niño de hoy en día, no le interesarían... ¿O quizás sí?  

En nuestra época, leíamos mucho más que ahora y, pese a eso, a mi me marcaron sólo esos dos libros sobre temática africana, hechizos y leyendas de un tribu perdida. Yo recuerdo leerlos con ilusión porque al finalizar el curso, vendría el autor para hablar con nosotros sobre sus libros. Y eso, le quitó la etiqueta de "lectura obligatoria" y le puso la de "lectura interesante".

Como maestro, y ahora doy un salto de más de 15 años, tengo una máxima que define mi praxis y que se resume en tres normas:

1. Repito lo que me gustó
2. Evito lo que no me gustó.
3. Hago lo que me hubiera gustado hacer y no hicieron conmigo.

Pues bien, y volviendo a retomar el hilo de la conversación sobre la lectura con Eva, la madre de Natalia, no en aquella reunión, no en aquel debate con Eva, no en aquel preciso instante, pero algo hizo click... Y meses después, tuve la idea.

Soy seguidor de Álex Rovira desde hace más de una década. Y todo ocurrió por casualidad. Sufrí una lesión de espalda que me apartó del deporte de alta competición y me acercó al mundo de la educación de alta calidad. Mi Buena Suerte. En uno de los viajes que realicé a Barcelona para que me tratasen de mi lesión, compré su libro La Buena Suerte en el aeropuerto. Y lo devoré. Lo hice mío y comencé a aplicar sus 10 reglas de La Buena Suerte en mi vida. 

Mucho de mí y mucho de este blog, es lo que pude absorber de ese libro. Y se me pasó por la cabeza compartirlo. Con niños de 10 años. ¿Osadía? Yo lo vi como una relación totalmente directa a la forma que tengo de enseñar.

Mi plan de acción tutorial se basa en empoderar al alumno para hacerlo capaz de afrontar retos con la seguridad necesaria para superarlos. Véase un examen, un problema en el patio, una prueba de natación o el miedo a la oscuridad. Para mí, ese tipo de educación emocional es mucho más importante que los contenidos que se dan en clase.

Así que ideé una cadena de lectura junto con una tarea semanal. Cada semana, uno de mis alumnos era el "Creador de entusiasmo". ¿En qué consiste ser "Creador de entusiasmo"? Para mí es fácil de explicar porque es, creo, mi función vital. Consiste en generar energía positiva en el entorno, ¿por qué en el entorno y no directamente en la persona? Porque como viene a decir el archiconocido proverbio chino, es mejor enseñar a pescar que dar el pescado. Yo buscaba en mis alumnos que fuesen capaces de crear situaciones positivas para que todos resultásemos beneficiados.

Evidentemente, la primera semana, fue labor mía hacerlo, mejor dicho, exagerarlo, porque yo lo hacía desde el primer día. Educar con el ejemplo. A partir de ahí, y durante 20 semanas, cada alumno fue el protagonista directo y responsable de nuestro entorno, que dicho sea de paso, siempre fue fantástico. Los alumnos, he de decir, que me sorprendieron gratamente. Con la ayuda de sus padres, a los que yo les había enviado información detallada sobre lo que quería de ellos, preparaban vídeos, frases motivantes para decorar la clase, utilizaban palabras y expresiones positivas, se preocupaban de solucionar y mediar en conflictos, hablaban con el resto de profesores para ayudar a otros alumnos...

Solía decirles, para que lo entendiesen, que entusiasmo es como la cara que tienes cuando es viernes.

A la vez, otros tres alumnos diferentes eran protagonistas de un proyecto de fomento de la lectura que consistía en leer durante la semana, estos tres libros:

1. Emocionario. El libro de las emociones. Cada alumno, elegía una emoción, la leía, la trabajaba, le buscaba una aplicación práctica a su vida o a la del grupo y realizaba un pequeño proyecto (a veces era un vídeo, a veces una frase, a veces era una opinión...). Podían repetirse emociones, pero el enfoque era diferente porque cada alumno le buscaba SU realidad. Fue una experiencia muy enriquecedora para mí y para ellos. Les ayudó a crecer mucho, interiormente.

Educación emocional, tan importante y tan ausente en las aulas. 

2. El porqué de las cosas. Este libro me encanta. Al cabo del día, no sé cuantas veces me han pedido mis alumnos el porqué de las cosas. Cosas cotidianas o cosas más complicadas. Decidí incluir este libro, que compré expresamente para esta actividad, para que cada alumno se centrase en el tema de interés que más le llamara la atención. Cada lunes, lo primero que hacíamos al llegar a clase era escuchar el porqué el cielo era azul, el porqué la Luna está relacionada con las mareas, el porqué se da el efecto invernadero... Fue una experiencia muy enriquecedora para ellos.

Todo tiene una explicación. Sencilla o compleja, nuestra misión es investigarla.

3. Proyecto "La Buena Suerte". Aquí entra en acción el libro del que ya he hablado en este post. Cada semana, una familia leía en casa con su hijo el libro. El apartado estrella era el final del libro, con las 10 reglas de La Buena Suerte. De hecho, tuvo tanto éxito que hicimos un concurso de "El cómic de La Buena Suerte", para plasmar en dibujos cada una de las reglas que otorgan a las personas esa Buena Suerte. Y llegamos a cambiar las normas de clase, haciendo nuestro y adaptando el decálogo. Estar en silencio, trabajar individualmente, respetar el ambiente de trabajo, pedir permiso para levantarse o hablar... Realmente no son normas y desde ese momento, nunca más lo han sido en mis clases. En cambio, La Buena Suerte dura para siempre porque TÚ la creas, es una norma que mola mucho.

Este mural estaba en la puerta de nuestra clase. Cada semana, el alumno que había leído el libro con sus padres en casa, pegaba su nombre en el mural. En este momento, la mitad de la clase, lo había leído. Al acabar el curso, los 20 alumnos y sus 20 familias lo hicieron.

Una vez iniciado el proyecto, una familia se puso en contacto conmigo, entusiasmada, e incluyó en la rueda de libros La Buena Vida y La Buena Crisis, libros que yo también tenía y a los que yo añadí El mapa del tesoro, creando la colección "Poker" que consistía en leerse los cuatro títulos de Álex Rovira.

La Buena Crisis, Suerte y Vida.

 Este fue un claro ejemplo de implicación familiar a un proyecto complementario y voluntario de aula.

Este proyecto acaba, como lo hacen las grandes historias, con otra casualidad. Recibimos una llamada dándonos la posibilidad de que viniese el autor de un libro que estábamos leyendo en clase para que pudiera hablarnos de "Bestiarium" y para que los alumnos le hiciesen preguntas...

Torpe de mí, no relacionar a Francesc Miralles, escritor para niños, con Francesc Miralles, también escritor para adultos, por ejemplo, en el utilizado libro en el proyecto "El Mapa del tesoro".

De aquel día sólo encontré esta borrosa imagen que nos hicimos,
con Francesc Miralles en el centro, los alumnos de 6º y un servidor a la derecha de la imagen.

¿De verdad crees que las cosas suceden sin más? 
¿Que hay un plan y un destino sobre el que no podemos actuar ni decidir? 

No creas en la suerte. 
CRÉATE TU PROPIA SUERTE.

Sembrando Buena Suerte, encontré la felicidad y mi mejor versión como maestro.


              
Como siempre, dedicado a mis Mauis y a sus familias, con mucho amor y cariño
por confiar en esta manera de educar, querer, formar y emocionar.

PD: Para preservar la intimidad, Eva y Natalia son nombre ficticios basados en personas reales.

1 comentario:

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